Cápsulas de café: cafeína, elaboración, riesgos y residuos

2022-07-08 17:57:51 By : Ms. Andy Huang

Tecnólogo Alimentario, especialista en Nutrición y Seguridad Alimentaria

El café en cápsulas es uno de los formatos más consumidos en los últimos años para disfrutar de un buen chute de energía mañanero. Las bondades del café, atribuidas a la cafeína, pueden disfrutarse siguiendo un consumo máximo recomendado de unos 2-5 cafés al día según la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria). Este es el contenido estimado asociado a 400 mg de cafeína como la cantidad máxima que puede consumir la población adulta sana sin presentar problemas para la salud.

Pero resulta que hay muchos tipos de café. ¿Es lo mismo tomarlo en cafetera italiana que en máquina de cápsulas? ¿Acaso nuestra salud puede verse afectada si consumimos un tipo de café frente a otro? Existen varios aspectos a tener en cuenta, tanto en el ámbito nutricional como en términos de sostenibilidad y medioambiente en cuanto a las cápsulas de café se refiere.

Las principales variedades de café usadas en cápsulas son arábica (Coffea arabica) y robusta (Coffea canephora). Ambos tipos de grano difieren en matices organolépticos, algo que los expertos cafeteros valoran notablemente. Por otro lado, el contenido en cafeína también se ve modificado, siendo superior en aquellos cafés elaborados con la variedad robusta.

Existen muchos factores que intervienen en la cantidad de cafeína albergada en nuestro líquido oscuro fetiche. No solo se trata del grano de café, sino también de otras variables como el grado de tueste o el formato de preparación. Por desgracia, no existen en la actualidad investigaciones profundas que nos permitan comparar de tú a tú el contenido de cafeína entre las distintas formas de preparar café. Sin embargo, sí sabemos que un café en cápsula contiene de media entre 55-65 mg de cafeína, pudiendo aumentar hasta los 90 mg en algunas variedades especiales de cápsula. Estos datos provienen de la marca Nespresso, probablemente el mayor promotor del café en cápsulas en todo el mundo.

De hecho, algunos estudios científicos han tratado de arrojar luz sobre este asunto cafetero. Concretamente, un estudio publicado en la revista Nutrition and Health analizó el contenido de cafeína de diferentes cápsulas de la conocida marca Nespresso. Sorpresivamente, los investigadores hallaron que el contenido de cafeína en las diferentes cápsulas variaba notablemente respecto a la indicación en el envase: no se correspondía con lo que decía la etiqueta. ¿Esto significa que debemos huir de todo café servido en cápsulas? No necesariamente, simplemente es un indicativo de lo complejo que resulta controlar la cantidad de cafeína servida en cada café unitario.

Para conocer la cantidad de cafeína que poseen otras preparaciones de café podemos recurrir a la EFSA. Según sus informes, se estima que un café expreso (60 ml) tiene unos 80 mg de cafeína y una taza de café filtrado (200 ml) 90 mg de cafeína, respectivamente. Siguiendo esta comparativa y con los datos disponibles, podemos concluir que el café en cápsulas tiene, generalmente, una menor cantidad de cafeína.

La tecnología alimentaria detrás de las cápsulas de café guarda cierta relación con algunos problemas vinculados a su consumo, como la presencia de ciertos compuestos químicos potencialmente perjudiciales para la salud, y también su dificultad para ser recicladas.

En primer lugar, debemos saber que existen diferentes formas de procesar el café en términos generales, sea de cápsula o no. Encontramos dos tipos de cafés diferenciados: tueste natural y torrefacto. El café torrefacto es aquel sometido a la acción del calor pero recubierto de una capa de azúcar externa, que le confiere cierto sabor a quemado y otras propiedades organolépticas intensas. De esta forma, es preferible en términos saludables priorizar el café de tueste natural frente al torrefacto. Podemos encontrar ambos tipos en el formato cápsulas, aunque esta premisa también es aplicable para aquellas infusiones preparadas en cafetera italiana y el resto de modalidades.

El motivo original tras la idea de este sistema de procesado se basaba en el papel protector otorgado por el azúcar, alargando la vida útil del producto. Curiosamente, el café torrefacto es sumamente consumido en España. De hecho, su sabor está bastante integrado en nuestros bares y restaurantes. Probablemente su gran aceptación se deba a una idea errónea: cuanto más fuerte sabe un café, mayor será su contenido en cafeína. No es correcto, ya que la cantidad de cafeína no tiene por qué ir de la mano con las propiedades organolépticas de sabor y aroma.

Algunos elementos químicos generan cierta preocupación respecto al café en cápsulas, como por ejemplo los furanos, y también el aluminio con el que se elaboran sus envases. En este sentido, un estudio de la Universidad de Barcelona mostró que el café en cápsulas aportaba las concentraciones más altas de furano en comparación con otras preparaciones tradicionales del café. Para tranquilidad de todos, las cantidades mostradas se encontraban por debajo del límite de furano considerado como seguro. Lo cuál no significa que debamos relajarnos.

Los furanos son compuestos orgánicos derivados del tratamiento térmico de los alimentos: es decir, su aparición aumenta con el calor. La EFSA lleva tiempo mostrando su preocupación al respecto, ya que los furanos son componentes potencialmente tóxicos y perjudiciales para la salud humana vinculados a un posible daño hepático. Además, están catalogados como “posiblemente carcinógenos para el ser humano” por parte de la IARC, grupo de la OMS dedicado a la investigación del cáncer.

A pesar de todo, no hay motivos en la actualidad para alarmarnos por esto, ya que todavía no existe un dictamen científico concluyente por parte de la EFSA. Además, como decíamos, las concentraciones de furano parecen mantenerse en niveles seguros para el café en cápsulas.

Respecto al aluminio, a lo largo de los años se ha temido mucho por su posible migración al café tras el calentamiento que sufren las cápsulas dentro de la máquina. Sin embargo, tampoco hay motivos para preocuparse por ello. Los envases que entran en contacto con alimentos deben cumplir con una estricta normativa y ensayos de migración de componentes que aseguran su inocuidad. Así lo confirmó de nuevo la propia EFSA en un informe científico sobre la seguridad del aluminio a través de la ingesta dietética, donde se concluyó que las cantidades de aluminio que ingerimos no son relevantes. Además, las cápsulas de aluminio (como las de Nespresso) contienen una capa de plástico interior que aísla el aluminio del contacto directo con el café.

Existe otro aspecto primordial sobre el que sí debemos hacer saltar las alarmas: la contaminación del medioambiente. Las cápsulas de café plantean un reto de sostenibilidad importante para la industria alimentaria por el aluminio y plástico, sus materiales predilectos muy difíciles de reutilizar. De hecho, como ya sabrás, las cápsulas de café son de usar y tirar, generando una cantidad abrumadora de residuos.

Y este es su punto más negativo: la dificultad de reciclaje. Una cápsula de café que tiramos a la basura contiene café, que es un compuesto orgánico, y también aluminio o plástico que forma el envase. ¿A qué cubo de la basura debemos tirarlas? El contenedor amarillo no sirve ya que, como decíamos, en el interior de la cápsula sigue quedando café. Es una pregunta compleja de abordar y para la que se están barajando diversas soluciones en la actualidad. Una de ellas es la que ofrecen algunos fabricantes, consistente en la recogida en puntos de reciclaje específicos de los residuos de cápsulas de café y su posterior reciclado.

Sin embargo, como solución más práctica Ecoembes nos ofrece la posibilidad de tirar las cápsulas al contenedor amarillo, siempre y cuando hayamos eliminado los restos internos de café. Una tarea que no parece demasiado realista, sobre todo cuando elegimos el café en cápsulas por su comodidad y rapidez: haciendo esto perdemos ambas ventajas.

Si no es posible retirar el contenido de café, se indica que la mejor opción para tirar las cápsulas de café es el contenedor gris. Por ello, si realmente nos preocupa el medioambiente quizá la mejor solución por el momento es prescindir de las cafeteras de cápsulas y consumir café siguiendo otros métodos tradicionales.

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