Difusión de la Vergüenza - Periódico de Álava

2021-12-06 01:37:10 By : Ms. Ruth Lin

En los pasillos del Congreso huele a alcanfor. O cualquier otra sustancia repugnante. La calidad democrática parece preocupantemente manchada. De hecho, la votación ha vuelto con la nariz tapada para pasar el mal trago de cómo blanquear conductas indignas en las sedes institucionales. Todo por esos viejos y duros hábitos del bipartidismo que también terminan salpicando la nueva política entre las excusas del futurismo. Los partidos mayoritarios han clavado otro cuadrado de desconfianza en la justicia para mayor gloria de sus intereses. Unidos podemos unirnos a este esfuerzo desvergonzado que rompe los principios éticos con el pretexto infantil de que la causa final necesita dar cabida a estas vergüenzas. La llegada al Tribunal Constitucional de juristas desacreditados por su conducta poco inspiradora: ¿Enrique Arnaldo nunca habrá pensado en renunciar después de ver retratada su inmundicia? - y otros con marcado acento partidista han causado demasiado estupor.

Nada pasará. Para cuando lleguen las próximas encuestas, nadie recordará tal villanía. La gente común se entretiene con Ayuso en la televisión, la subida de precios y la suerte de Luis Enrique. En el medio, espera un día para confirmar de una vez por todas cuál será su pensión.

Al final, una compensación ha desbloqueado la tan esperada renovación en los órganos estatales. Tantos desafíos y provocaciones, tanta denuncia ante Europa, tanta demora para que, al final del vodevil, acabe como siempre: con el reparto de la tarta al gusto de los de siempre, gobierno y oposición. No se trataba solo de siglas que aseguraba la mayoría, sino de dignidad y decoro. Ahí, suspenso general para la izquierda en el poder y el PP que ha mirado para otro lado cuando se les sacaba los colores a cuatro de sus apadrinados, en especial Arnaldo y el juez Espejel, propuestos por el partido de Pablo Casado, el mismo que vio su voz se seca, denigrando la politización de la justicia. Queda el consuelo de la rotunda desmarcación de los partidos que apoyan a la mayoría de Pedro Sánchez con su fotografiada ausencia a la votación y de esos ocho diputados que, como Odón Elorza y ​​la poderosa Meri Pita, rompieron la disciplina del voto. Una respuesta a la llamada Pantomima Constitucional, como acertadamente la definió Edmundo Bal, y a la que se sumaron Vox y Ciudadanos.

De hecho, ha sido una semana para encubrir la vergüenza. Le sucedió al propio gobierno cuando la Comisión Europea desveló la verdad de sus verdaderos planes de recorte de pensiones, bajo el sistema de alargamiento del plazo de cotización al que ya pagó el actual ministro Escrivá en su todavía reciente etapa como presidente de la AIReF. Fue un gesto insólito, posiblemente en un esfuerzo por resolver el doble lenguaje que mantienen los dos partidos de izquierda en torno a un tema tan espinoso por sus repercusiones sociales y electorales.

El líder de la oposición tampoco se libró de la ansiedad cuando el presidente socialista estropeó las catastróficas previsiones que transmite cada vez que pisa una sede europea. Cuando se analizan los mejores datos sobre la recuperación del empleo y los afiliados a la Seguridad Social, siempre hay un hueco para valorar la inflación galopante en vísperas de Navidad y el recorte de las previsiones de crecimiento realizadas por Bruselas. Una disculpa fundamentada para que PSOE y PP protagonicen incluso su enésimo ataque a la galería, pocas horas antes de bendecir la primera entrega de la reforma del TC en el mismo escenario.

Ayuso, en cambio, no se avergüenza. Pizpireta, rompiendo el molde del corsé institucional, el presidente regional enervó una vez más el liderazgo de Génova. Ignoraba esa legión de dirigentes, candidatos, afiliados, simpatizantes y periodistas que lloran en las esquinas temerosos de la locura que supondrá para la marca PP la feroz lucha de ambiciones de sus dirigentes en Madrid, y al que asisten sonrojados. Avanza divinizada desde la victoria del 4-M, pero Miguel Ángel Rodríguez le ha pedido que oculte la maniobra de largo alcance mientras él ya se encarga de enlodar la pista para que Casado, con su permanente inseguridad, y, sobre todo, García Egeo con su ceguera y autoritarismo. Por si acaso, presta atención al evento de hoy en Puertollano. Mientras tanto, la izquierda todavía está muy lejos de trasladar la silla a lo popular en un territorio cada vez más influyente en el escaparate internacional.